Comentario
Las premoniciones apocalípticas sobre el destino de Europa de Meidner y Beckmann -y de otros muchos intelectuales- se materializaron en la I Guerra Mundial, el conflicto que, en efecto, marcó el comienzo del declinar de la hegemonía europea en la historia. Significativamente, el nuevo orden mundial que saldría de aquella guerra fue diseñado en buena medida por un hombre de Estado no europeo, por el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson. Ello no fue casual: era la más clara indicación del creciente papel que en el ámbito internacional estaba adquiriendo ese país. Se trataba de una nación, desde la perspectiva europea, joven y sin experiencia en la política mundial; pero que a los ojos de millones de europeos -como por citar un ejemplo literario, a los ojos de los exprisioneros y repatriados de guerra centroeuropeos de la novela Hotel Savoy (1924), de Joseph Roth- aparecía como un ideal de libertad y trabajo, como una esperanza de salvación.